Hoy vamos a echar una mirada a la dos caras de una misma moneda: Venezuela.
La primera de ella, la desoladora realidad que nos ha tocado en lo más profundo de nuestra sensibilidad social producto de “la increíble capacidad para la destrucción “ que ha demostrado el gobierno socialista de Chávez y Maduro en estos últimos 20 años; y la segunda, lo que sin lugar a dudas constituye una esperanza frente a la incertidumbre del futuro inmediato de la economía venezolana luego que cese la usurpación del inmenso fraude que significó “el socialismo del Siglo 21”.
Para este propósito haremos uso del reciente documento producido por técnicos de Banco Interamericano de Desarrollo (BID) denominado: “Una Mirada al Futuro de Venezuela”, con cuyo prólogo, de Luis Alberto Moreno, Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, vamos a iniciar esta lectura cuyo enlace le dejaremos para quienes estén interesados en intervenir en esta discusión ineludible.
Cliquea en el siguiente enlace para ir al documento: Una Mirada al Futuro de Venezuela
PRÓLOGO
Nunca olvidaré la primera vez que viajé a Venezuela desde Bo - consiguió un.
Fue en 1992, cuando me desempeñaba como ministro de desarrollo económico de Colombia. En esa época las conexiones aéreas eran pocas, y viajé con una expectativa inmensa.
A fin de cuentas, el país vecino de Colombia había sido una especie de Meca para muchos de mis compatriotas, que sobre todo durante la década de los años setenta del siglo pasado puesto cruzado la frontera en busca de mejores oportunidades.
Mi primera impresión fue la de haber llegado a un lugar mucho más próspero que aquel de donde había salido. La infraestructura, los edificios, la gente en las calles, confirmaron lo que me dicho: estaba en un lugar de América Latina en donde las posibilidades de avance parecían no tener límite.
Esa impresión la confirmé cuando conocí a muchas personas de diferentes ocupaciones que me llamaron la atención no solo por sus capacidades profesionales y buen nivel de educación, sino por combinar la seriedad en el trabajo con la alegría y el buen humor.
Desde aquella ocasión volví muchas y construí relaciones que forman parte de mi vida.
Por ese motivo, faltaría a la verdad si afirmo que este es un tema que miro con frialdad ya la distancia. Aunque a cualquier habitante del planeta que conozca la situación actual y en particular a cualquier latinoamericano le duele la situación del pueblo venezolano, para mi esta es una preocupación permanente y constante.
Se trata, para decirlo sin ambages, de la crisis humanitaria más grave en la historia de las Américas.
Como bien lo señalan las estadísticas de las entidades internacionales responsables del asunto, más de cinco millones de personas han debido abandonar la tierra que los vio nacer, enfrentando la adversidad, el hambre y el desarraigo.
Una gran cantidad de esas personas han sido bien acogidos en una región que ha demostrado con hechos en qué consiste la solidaridad. Otros más, es doloroso reconocerlo, sufren el rechazo o el abuso, acentuado por una realidad económica mucho más difícil.
Para quienes viven en Venezuela, las cosas no han mejorado. Además de los males que venían de atrás, la pandemia del Covid-19 ha desnudado las falencias del sistema de salud y el riesgo de no contar con elementos apropiados para la contención de los contagios y la atención de los enfermos.
El presente estudio resume las explicaciones que subyacen a la debacle económica del país desde antes de la pandemia, junto con las consecuencias sociales y económicas de la crisis, incluido el impacto sobre el ingreso de los hogares, indicadores sociales y la provisión de servicios básicos.
También analiza la manera en que la pandemia ha complicado la situación del país.
El documento también describe, para el corto y mediano plazo, posibles acciones prioritarias orientadas a la emergencia y a la recuperación de la economía que fueron trabajadas por el Banco Interamericano de Desarrollo en estrecha coordinación con las contrapartes y socios cooperantes durante 2019 y 2020.
Estas páginas abundan en datos que muestran la magnitud de la tragedia, detrás de la cual siempre estará la cara de aquel adulto que soñaba con una vejez tranquila, del profesional que vio romperse sus ilusiones, del joven estudiante que dejó los libros por la necesidad de buscar comida o del niño que no pierde la sonrisa, pero ve sufrir los mayores.
No obstante, más que detenerse en entregar un diagnóstico desolador, la importancia del ejercicio que hemos lle - vado a cabo en el BID está en la identificación de las soluciones.
Es incuestionable que las cifras que se requiere son considerables, pero esos números son pequeños frente al costo de no hacer nada. Las consecuencias de la inacción, medidas en migraciones, inseguridad y tensiones geopolíticas, compras devastadoras no solo para Venezuela, sino para todo el hemisferio.
Sabemos que el mundo no le dará la espalda a Venezuela y que ojalá más temprano que tarde podamos trabajar en los frentes requeridos.
Ofrecemos toda nuestra capacidad en la construcción de respuestas efectivas, con la ilusión de que en un esfuerzo de cooperación podremos cerrar este oscuro capítulo.
Y cuando eso ocurra veremos un renacer, al cual nadie podrá oponerse. Sentiremos el cambio, como lo hacen los habitantes de Caracas cuando baja la brisa fresca desde el Ávila y trae un olor de flores, de naturaleza y, por qué no, de esperanza. La misma que nos impulsa a seguir adelante.
Luis Alberto Moreno
Presidente
Banco Interamericano de Desarrollo